Study of the remains of a Roman Aqueduct in Bétera (Valencia)
JOSÉ LUIS JIMÉNEZ SALVADOR * y JOSEP M.ª BURRIEL ALBERICH **
RESUMEN
Se dan a conocer los restos de un acueducto de época romana en el término municipal de Bétera en la actual provincia de Valencia. Según un estudio reciente, el topónimo Bétera, de carácter prerromano, estaría relacionado con la presencia de agua. Se analizan las características de los vestigios conservados y su evidente relación con el suministro de agua al asentamiento rural romano de L’Horta Vella, dotado de un importante establecimiento termal de época imperial romana. Este ejemplo forma parte de un conjunto manifestaciones de la cultura del agua en los territoria concernientes al triángulo conformado por las ciudades romanas de Saguntum, Valentia y Edeta. Se han registrado evidencias de su reutilización en época islámica.
Palabras clave: Agua, Acueducto, Bétera, L’horta Vella, Termas, Roma.
ABSTRACT
We present a study on the remains of an aqueduct of the Roman period in the municipality of Bétera in the province now known as Valencia. According to recent research, the pre-Roman place-name of Bétera was linked to the presence of water. This work analyses the features of the relics and their obvious relationship with the water supply to the rural Roman settlement of L’Horta Vella, equipped with a large Roman Imperial baths. This example is part of a set of manifestations of the culture of water in the territoria consisting of the triangle formed by the Roman towns of Saguntum, Valentia and Edeta. Evidence of their reuse in the Islamic period has also been found.
Key words: Water, Aqueduct, Bétera, L’horta Vella, Baths, Rome.
INTRODUCCIÓN
A lo largo de la última década se han realizado diversas campañas arqueológicas en el yacimiento conocido como L’Horta Vella, que se localiza en la partida homónima de L’Horta Vella, a 600 m al sureste del núcleo urbano de Bétera, municipio valenciano perteneciente a la comarca de Camp de Túria. Por encima de cualquier consideración, el aspecto más relevante de este yacimiento reside en su posición privilegiada al ocupar el centro del triángulo conformado por las ciudades romanas de Saguntum, Valentia y Edeta; lo que permite deducir un papel importante en las relaciones entre estos tres núcleos de población romanos (Jiménez, Aranegui y Burriel, en prensa).
Hasta el presente, se han llevado a cabo nueve campañas de excavaciones financiadas por el Ayuntamiento de Bétera y la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana (2001-2009), que han proporcionado una interesante secuencia de ocupación que cubre un amplio marco cronológico dividido en cuatro fases consecutivas que abarcan desde finales del siglo I d.C. hasta la época islámica antigua (siglos VIIIIX) (Jiménez et al., 2005:305-315; 2007:629-638; Jiménez y Burriel, 2007:193-197; 2008:243-245). Sin perder de vista diversos indicios que apuntan a que el asentamiento romano pudiera estar sobre otro de época iberorromana (siglos II-I a.C.), lo cierto es que la primera de las cuatro fases constructivas se inicia a finales del siglo I o principios del II, con final en el siglo V. Con esta fase se asocia la mayor parte de las estructuras exhumadas hasta el momento, que conformaban una instalación termal alineada a lo largo del extremo este de la intervención, incluyendo una gran natatio de planta rectangular, que ocupa más de 60 m2 de superficie y se conserva en perfecto estado. El conjunto de estructuras denota una complejidad mayor que la del esquema lineal simple.
A mediados del siglo IV el establecimiento asistió a un proceso de transformación, que acarreó la reducción de la superficie útil del balneum y la pérdida de función de la natatio. Sobre algunas dependencias colmatadas del sector meridional de los baños se dispuso un área cementerial con tumbas orientadas este-oeste.
En el transcurso del siglo V se asiste a otra importante transformación de los baños. Por una parte, se produce la amortización de las letrinas y apodyterium, siendo cegado el acceso al frigidarium por un grueso muro de mampostería. Por su parte, el tepidarium pasó a desempeñar la función de almacén, mientras que el caldarium fue transformado para acoger la instalación de un torcularium. Una nueva fase, la tercera, queda definida por la transformación del antiguo establecimiento en una granja visigoda. La natatio, que había sido colmatada a mediados del siglo V, se reutiliza como vertedero y el área cementerial del Bajo Imperio, es amortizada y cubierta por un gran edificio cuya planta en proceso de excavación, apunta a una posible función como almacén. La construcción de este edificio afectó a un conjunto de silos de planta circular, datados en el siglo V. Las características de estos silos concuerdan con los documentados en otros establecimientos rurales, como la villa de Els Alters (L´Énova, Valencia) (Albiach y de Madaria, 2006).
En estrecha relación con el establecimiento termal de época romana imperial se hallan los restos de una conducción que son objeto de análisis en el presente trabajo.
PUNTO DE CAPTACIÓN
La relación con el agua del topónimo, Bétera, de carácter prerromano, ha sido abordada en un estudio reciente (Ledo, 1999:335-343) y si por algo se caracteriza esta zona es por la abundancia del líquido elemento al coincidir diversas referencias antiguas alusivas a la existencia de una fuente, cuyo recuerdo habría quedado en la toponimia menor como, El Ullal, término frecuentemente relacionado con un acuífero subterráneo. Así se denomina en la actualidad una partida situada en la zona suburbana del municipio de Bétera, dotada de una surgencia que en realidad estaría constituida por tres manantiales muy próximos entre sí, llamados popularmente La Font, La Fonteta y El Junqueral (lám. I) y que todavía hoy abastecen a la ciudad de agua potable. No hay que descartar que aquí estuviese localizado el caput aquae del acueducto que abastecía a la villa romana de L’Horta Vella 1.
Estos tres manantiales convergían, hasta los años 30 del siglo XX, en un mismo cauce, El Barranquet (Navarro, 1968) (lám. II). Con el tiempo este curso de agua se urbanizó y convirtió en la actual Alameda de Bétera, un gran paseo arbolado en el que no ha quedado huella visible alguna de la antigua conducción, como tampoco de los tres lavaderos que en otros tiempos se construyeron en este lugar.
1. Aunque suponemos que en El Ullal se encontraba su caput aquae, no descartamos que este acueducto pudiera recoger agua procedente de otras fuentes situadas al oeste y suroeste de L’Horta Vella, concretamente en las partidas de Bassó y Puçol, topónimos relacionados con el agua. Como tampoco descartamos que nuestro acueducto abasteciera otras villas situadas hacia el este. Fig. 1.—Mapa con el trazado del acueducto romano de Bétera (Valencia).
El Barranquet es afluente de otro gran barranco conocido como El Carraixet o de Olocau, y en época medieval como riu Sec, que discurre a escasos 600 m al norte del Ullal y desemboca en el mar Mediterráneo a 4 km al norte del puerto de Valencia. El Ullal se localizaba a 1.751 m al noroeste del yacimiento romano de L’Horta Vella. Este punto de captación hoy por hoy no es visible ya que se encuentra canalizado y entubado. Su situación geográfica debió resultar interesante en la antigüedad, al coincidir en una encrucijada de caminos de los que destaca por encima de todos, el Camí Vell de Llíria, (Ledo, 1993:55-66; Arasa y Rosselló, 1995:126), que debió contar con un precedente de época ibérica.
La actual Bétera tuvo su origen en un asentamiento prerromano (siglos V-III a. C.), que claramente se benefició de la estratégica ubicación del manantial a medio camino entre dos ciudades iberas tan importantes como fueron Arse-Saguntum (Sagunt, Valencia) y Edeta (Llíria, Valencia), cuya presencia pudo ser determinante a la hora de decidir su denominación, como se ha sugerido recientemente (Ledo, 1999:342-343) 2.
TRAZADO
Desafortunadamente, no se han conservado restos visibles de la captación del acueducto ni de su trayecto inicial que con toda seguridad debía llegar a la villa romana de L’Horta Vella. La historiografía consultada en ningún caso cita obras antiguas en la zona que pudieran ser vinculadas a la época, como por ejemplo en el caso de la fuente de Sant Vicent que abastecía la ciudad de Llíria (Valencia) y sus termas monumentales (Laborde, 1806-1820; Escrivá, Martínez y Vidal, 1991); como mucho, los ilustrados hacen referencia a las huertas irrigadas a través de este manantial (Cavanilles, 1795; Madoz, 1846-1850:302-303). De esta forma, y por ahora, solo es posible plantear un hipotético trayecto entre los citados puntos. Este recorrido no tendría que salvar ningún desnivel o accidente orográfico que requiriera puentes, pasos elevados o galerías subterráneas. El caput aquae e inicio del trayecto se situaría aproximadamente a 92 m.s.n.m. y el extremo final, los 10 m del acueducto localizado al sur del yacimiento arqueológico de L’Horta Vella, se sitúan exactamente a 82 m.s.n.m., es decir, existe entre ambos un desnivel de 10 m para un trayecto cuya longitud es de 1.751 m. Este desnivel imprimiría una pendiente de 0,57 m por cada 100 metros de acueducto, que por otro lado es el gradiente que actualmente tiene la acequia principal del sistema de riego a pie que conocemos para los campos de l’Horta Vella (láms. III-IV). Los primeros 700/800 m pudieron discurrir por el margen derecho del Barranquet para, pasado el actual puente que lo cruza, desviarse en dirección suroeste, sobre la curva de los 85/86 m.s.n.m. de forma serpenteante hasta la villa.
Este recorrido, el más probable y verosímil, pudo haberse fosilizado en la citada conducción que partía de una pequeña presa o azud levantado en el Barranquet.
2. En la Carta de Poblamiento otorgada por la Señora de Bétera, doña Elena Boil Lladró y de Sorell, a los nuevos pobladores de la villa el 6 de agosto de 1610, de forma expresa se prohibe “pescar en la fuente de dicha villa, ni en el bañador, bajo penas de 25 libras” (Doménech, 1998; Ledo, 1999:342). próximo ya a las huertas 3. Todavía pueden observarse restos del muro de la presa,
destruido a mediados de siglo XX por una gran avenida otoñal. Dicha presa, cuya
cronología ignoramos, permitió elevar el agua del lecho hasta la cota o curva de nivel
de los 85 m.s.n.m. y de esta forma regar a ambos márgenes del Barranquet. De la
arteria principal, probablemente construida sobre el antiguo acueducto romano, derivan
3 brazos o acequias que riegan más de 30 ha.
El abundante caudal de los manantiales existentes en la zona permitió a principios
del siglo XX la existencia simultánea de hasta tres molinos, uno de ellos localizado a
escasos 100 m al este de la villa romana. El edificio de este molino está totalmente
destruido y se encuentra en una parcela del polígono industrial de L’Horta Vella (lám. V).
RESTOS CONSERVADOS
La existencia de restos de esta conducción ya fue advertida en 2001, durante la
primera campaña de excavación arqueológica acometida en L’Horta Vella, aunque su
documentación tuvo lugar en 2005 4. Su estado de conservación es muy precario, reduciéndose
a tan solo unos 10 m los restos visibles, seccionados en dos por una acequia
de riego, que discurren encajados entre varias parcelas que están ligeramente más elevadas
que la base del canal con una orientación noroeste-sureste, aproximadamente 100º
norte. El lateral norte ha desaparecido y el sur ha sufrido un fuerte rebaje (lám. VI).
El extremo noroeste del specus se pierde por debajo de los campos de hortalizas y
cítricos, mientras que su opuesto queda cortado por una balsa construida con sillarejos
reutilizados en un momento cronológico que situamos en época tardoantigua; estructura
hidráulica que fue amortizada en el periodo andalusí. Es en este segundo punto donde
los restos de la conducción ofrecen unas mejores condiciones para su análisis constructivo.
Ésta fue realizada mediante la técnica del opus caementicium, tanto la base
como los laterales del specus. Para el conglomerado o la argamasa de cal y áridos se
utilizaron piedras de tamaño medio y grande. Esta técnica es semejante a la empleada
en la construcción de buena parte de las estructuras de las termas de l’Horta Vella;
especialmente destacables son las bóvedas de opus caementicium que cubrían las salas
del frigidarium, tepidarium y caldarium de las cuales se conservan los arranques en
el muro que separa el tepidarium y la piscina del frigidarium.
Para la construcción del tramo documentado (fig. 2), en primer lugar se excavó
una gran zanja de aproximadamente 1,22 m de ancho (ca. 4 pies romanos), cuya profundidad
pudo oscilar entre 0,90 m (3 pies) y 1,20 m (4 pies). Dentro de esta gran
zanja se hizo una potente base de 0,50 m por todo el ancho de la zanja. A partir de
3. La citada presa aparece citada en las ordenanzas de la Comunidad de Regantes de Bétera,
capítulo primero, Constitución de la Comunidad, Artículo 2.º: “Pertenecen a la Comunidad: la galería
subterránea de la Fuente y Fonteta por donde nace y discurre el agua, cauce de la misma, balsas y malecón
llamado Basot, donde se distribuye el agua para el riego por las acequias principales….”. Estas
ordenanzas datan de 1897.
4. Curiosamente hasta la década de los 90 del siglo pasado el specus conservado había funcionado
como una acequia de riego, lo que prácticamente lo había enmascarado y había hecho pasar desapercibido.
62
JOSÉ LUIS JIMÉNEZ SALVADOR y JOSEP M.ª BURRIEL ALBERICH
CPAG 21, 2011, 57-71. ISSN: 2174-8063
dicha base se construyeron los muros laterales encofrándolos contra la pared de la
zanja. Estos muros laterales eran de un grosor que oscila entre 0,39 m y 0,41 m. La
máxima altura conservada de los muros laterales hoy es de 0,40 m, aunque la original
no podemos determinarla con exactitud y debió depender de la solución de la cubierta,
incluso de la propia orografía del terreno. De esta forma, el specus propiamente
dicho, era de 0,48 m de ancho y estaba flanqueado por dos muretes paralelos donde
muy probablemente se apoyara una cubierta de piedras o tegulae (lám. VII). La cara
interna de los muretes es lisa completamente y la exterior irregular. Tanto las caras
interiores de los muretes como el lecho del canal por donde circulaba el agua presentan
un revoco de opus signinum.
Fig. 2.—Planta y sección de los restos conservados del acueducto de L’Horta Vella (Bétera, Valencia).
ESTUDIO DE LOS RESTOS DE UN ACUEDUCTO DE ÉPOCA ROMANA EN BÉTERA (VALENCIA)
CPAG 21, 2011, 57-71. ISSN: 2174-8063 63
FUNCIÓN
Los restos conservados de esta conducción llegan hasta el sector meridional del
asentamiento rural dotado de una importante instalación balnearia. Esta zona se caracteriza
por haber sufrido una profunda transformación en época tardoantigua, a raíz
de la construcción de un edificio conocido de manera parcial aunque de considerables
dimensiones, circunstancia que provocó la desaparición de las evidencias de la fase
asociada a la construcción y funcionamiento del balneum (lám. VIII). No obstante, a
la vista de la entidad de esta instalación, nada impide vincularla con la conducción de
agua objeto del presente estudio. A favor de esta interpretación estaría la presencia de
una natatio de planta rectangular que presenta un buen estado de conservación. Sus
dimensiones son notables, 10,85 m de longitud x 6,65 m de anchura, ambas medidas
exteriores, lo que da una superficie interior de más de 60 m2 y 1,42 m de profundidad,
por lo que puede calcularse un volumen de agua de unos 85 m3. Esta cantidad
es reveladora de la necesidad de disponer de un sistema de suministro que solo podía
proporcionar un acueducto, descartada toda posibilidad de obtención por medio de una
noria al no haberse encontrado evidencia alguna de ella.
Como detalle interesante hay que señalar la estrecha semejanza en la técnica
constructiva del opus caementicium, utilizada tanto en la conducción como en los
muros de la natatio, que en este caso estaban reforzados por una línea exterior con
muros realizados en opus vitattum con piedras de rodeno. Las paredes que estaban en
contacto con el agua recibieron un revestimiento consistente en una primera capa de
mortero de cal y ceniza de 2 cm de grosor y sobre ésta, una segunda de mortero hidráulico
de cal y cerámica machacada, también de 2 cm de grosor. En el interior de la
piscina y en el extremo inferior de los muros se dispuso la típica moldura de cuarto
de bocel para los depósitos de agua. El pavimento estaba igualmente revestido con
el mismo mortero hidráulico y describía una pendiente norte-sur. El agua se evacuaría
probablemente por una fistula plumbea que se situaría en el ángulo suroeste. En esta
esquina se documentó un gran boquete que parece estar relacionado con el expolio de
la tubería de plomo en época tardoantigua. En este mismo ángulo y al exterior de la
natatio se documentaron los restos de lo que debió ser el desagüe de la piscina dotado
de dos muros de opus signinum de 0,35 m de altura y una separación de 0,20 m,
que quedó colmatado con un relleno de tierra cenicienta con presencia de materiales
cerámicos del siglo III d.C. A este desagüe iba a parar otro procedente de la zona
suroeste (lám. IX).
En el ángulo noreste de la piscina se conserva la escalera, orientada este-oeste
y fabricada con la misma técnica constructiva de encofrado con un relleno interior
de piedras de pequeño tamaño y mortero. Como revestimiento, se dispuso la misma
doble capa presente en las paredes de la piscina. Un detalle interesante lo constituye
la fina capa de ceniza dispuesta entre el mortero y el revestimiento hidráulico con la
finalidad de proporcionar un mejor aislamiento de la humedad, procedimiento idéntico
al documentado en las termas públicas de Ilerda de la segunda mitad del siglo I
d.C. (Payá, 2000:181, 183). Pero sin duda el aspecto más destacado lo constituye el
considerable tamaño, equiparable al de unas termas urbanas, como es el caso de las
de Ilici (Ramos y Tendero, 2000:245-250), prueba evidente de la importancia del asen64
JOSÉ LUIS JIMÉNEZ SALVADOR y JOSEP M.ª BURRIEL ALBERICH
CPAG 21, 2011, 57-71. ISSN: 2174-8063
tamiento que la albergaba. L’Horta Vella no constituye el único ejemplo registrado en
esta zona de una instalación termal de notable entidad con una técnica constructiva
que recuerda en gran medida a la constatada en las termas de la Partida de Mura en
Llíria (Escrivà, Martínez y Vidal, 2001). Otros hallazgos recientes y todavía, inéditos,
pueden equipararse como sería el caso de los baños que formaban parte de la
villa recientemente excavada en Paterna, en la antigua Fábrica de “Galletas Río” y
otra natatio documentada en el establecimiento rural de La Valladeta en el término
de Sagunto. Una consideración semejante merecería la villa de Cambrillas (Cheste,
Valencia), conocida desde las excavaciones practicadas en 1966 (Fletcher, 1968:75;
Pla, 1972:326; Vall, 1980:70-71; Pingarrón, 1981:158-160), aunque los hallazgos más
importantes se produjeron en las excavaciones efectuadas en 1998 con motivo de la
construcción del Circuito de Velocidad “Ricardo Tormo”, que permanecen inéditas.
El tamaño de alguna de las instalaciones, como una piscina de 27 m x 3,5 m junto
con tubuli para la circulación de aire caliente, son reveladores de lo que a todas luces
parece un establecimiento termal de notable porte (Medard, 1998:178; Sánchez
Verduch, 2002:40-43).
LA REUTILIZACIÓN ANDALUSÍ
A pesar de la falta de estudios que aporten luz al tema del origen del regadío de la
alquería andalusí de Bétera y que corroboren nuestra hipótesis de un aprovechamiento
secular del acueducto, todo parece indicar que buena parte de las 45 ha. de L’Horta Vella
(huerta vieja) remontan su puesta en funcionamiento, como mínimo, a época islámica
(siglos VIII-XIII). Pero también es cierto que no se puede descartar un aprovechamiento
del canal hidráulico, incluso más remoto, como se observa en otros lugares de
Hispania y que ha sido estudiado por especialistas de arquitectura hispano-musulmana
(Pavón, 1990). En nuestro caso, si bien las termas de la antigua villa romana fueron
desmanteladas definitivamente en el siglo V, y sus instalaciones reconvertidas y transformadas,
el canal de suministro hídrico debió seguir en funcionamiento. Actualmente,
gracias a las intervenciones arqueológicas efectuadas en los últimos años, sabemos
que el asentamiento rural romano de L’Horta Vella albergó, entre otras actividades
que requieren la presencia de agua corriente, una alfarería 5. En época tardoantigua se
construyó un depósito de planta rectangular realizado con sillares reutilizados y con
un enlucido interior (lám. X). Esta estructura aparece cortando el acueducto de época
altoimperial y a la vez aparece afectada por las transformaciones agrícolas contemporáneas.
Este posible depósito o cisterna parece apoyarse en un cimiento del mismo
momento hecho con mampuesto de piedras de tamaño pequeño y medio, solo que en
este caso no están trabajadas. Dicha estructura hidráulica fue amortizada en el periodo
5. Han sido hallados abundantes restos cerámicos con defecto de cocción, hasta ahora inéditos y
en proceso de análisis, además de discos de torno que evidencian materialmente esta actividad, para la
cual es imprescindible la abundancia de agua.
ESTUDIO DE LOS RESTOS DE UN ACUEDUCTO DE ÉPOCA ROMANA EN BÉTERA (VALENCIA)
CPAG 21, 2011, 57-71. ISSN: 2174-8063 65
andalusí que se superpone a los niveles visigodos 6 (siglos VI-VII). En efecto, en época
islámica/medieval se documenta una acequia con orientación este-oeste que reaprovecha
el acueducto de época altoimperial ya fuera de uso. La canalización utiliza las partes
que se han conservado del acueducto como base y muros laterales. En aquellas partes
en las que no se conserva el acueducto, la acequia se realizó por medio de dos muros
paralelos de mampostería con piedras medianas y grandes trabadas con tierra. En la
mayor parte de la estructura tan solo permanece una hilera de piedras, pero en algunos
puntos se observa cómo había al menos hasta tres hiladas superpuestas. Su trazado no
es rectilíneo sino más bien sinuoso aunque con una misma orientación.
En conclusión, si bien las evidencias materiales relacionadas con la reutilización y
uso del acueducto romano de l’Horta Vella para la primera época islámica (siglos VIIIXI)
apenas se han visualizado, con base en el análisis toponímico podemos deducir que
los espacios irrigados por las acequias de Alcudey y Alfara, nombres de claro origen
árabe 7, podrían ser anteriores a la conquista cristiana de principios del siglo XIII y
haber reutilizado la infraestructura hidráulica tardorromana